Comprueban que el yodo radioactivo en el hielo ártico procede de la atmósfera

El yodo-129 se emite al medio ambiente a través de distintas fuentes, como las pruebas nucleares atmosféricas, las plantas de reprocesamiento de combustible nuclear europeas o incluso el accidente de Chernobyl de 1986. El aporte de este elemento al medio ambiente aumentó de 20 a 300 kg/año a partir de los 90, debido fundamentalmente a la planta de reprocesamiento de combustible nuclear de La Hague (Francia).
"Las plantas europeas de reprocesamiento de combustible nuclear de Sellafield (Reino Unido) y La Hague (Francia) aportan al medio ambiente radionúclidos como plutonio, uranio-236 o cesio-137, entre otros. Pero, a pesar de ser una fuente de contaminación radiactiva, también se pueden utilizar como trazadores de procesos oceánicos", explica uno de los autores del estudio, el doctor del CNA José Manuel Gómez Guzmán.
El hielo marino tiene distintas formas de incorporar elementos químicos a su estructura, siendo las más importantes por absorción directa del agua que hay debajo, por absorción atmosférica o por deposición húmeda. Gracias a esta propiedad, se puede emplear el estudio de su composición para conocer el trasporte y redistribución de las distintas sustancias químicas que se encuentran en su interior.
Los investigadores, entre los que se encuentran científicos de las universidades de Sevilla y Autónoma de Barcelona, así como de otras instituciones científicas de Australia o Japón, analizaron la zona central del océano Ártico utilizando el radioisótopo yodo-129. Encontraron que la concentración de este elemento en el hielo es mayor que la que existe en el agua subyacente, lo cual pone de manifiesto que la presencia de yodo radiactivo en el hielo no puede deberse exclusivamente a su absorción directa del agua que hay bajo el hielo.
La conclusión que se extrae del estudio es que la mayor parte del inventario del yodo-129 en el hielo marino del océano Ártico procede de la absorción directa atmosférica. Esta hipótesis queda avalada por la realización de un análisis de las trayectorias del aire, y por la posterior comprobación de que el trasporte atmosférico de este elemento supone el 98,4% del yodo-129 en el hielo marino del Ártico. Por tanto, "el  inventario de yodo-129 en el hielo del Ártico puede ser considerado como un balance entre la cantidad de yodo intercambiado entre el hielo marino y la atmósfera y el océano" concluye Gómez Guzmán.